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297º aniversario de Immanuel Kant el 22 de abril de 2021

 

Es ist Zeit[1]. Llegó la hora.

22 de abril. Día señalado. Marca la llegada, en 1500, de la flota portuguesa al paraíso indígena que actualmente llamamos Brasil. Marca también, en 1724, el nacimiento de uno de los mayores pensadores de todos los tiempos, Immanuel Kant. Dado el actual contexto en Brasil y la coincidencia simbólica de las fechas es un honor ser el primer brasileño en sentarme, como uno más, en la mesa de Kant, en vísperas del aniversario de los 300 años de su nacimiento.

 

Como es la primera entrada en portugués de la Sociedad Internacional de Amigos de Kant y Königsberg, comenzaremos presentándola y pasaremos, después, a tratar la recepción de Kant en Brasil, con especial atención a la reflexión sobre una posible contribución de Kant al actual momento de la nación brasileña en su más profunda crisis histórica, identitaria e institucional.

Al ocupar un lugar en esta mesa, no tomo asiento ―ni me siento― solo, tomo asiento y me siento acompañado de millones de brasileños ávidos de unidad, justicia y libertad ―lema este, no en vano, venerado en el himno de la Alemania de Kant. Podría trazar un paralelo entre poderosas figuras históricas del Brasil de ahora y de la Alemania de antaño, pero no es necesario poner de relieve lo que ya es obvio ―no es este el lugar, no es este el momento. Lo que importa es la oportunidad que la historia le ha brindado a Brasil de liberarse de una histórica esclavitud silenciosa para al final poder gozar de la autodeterminación que emana del autoconocimiento moral, el respeto y el amor propio racional. Como afirmó Julius Rupp en su discurso para el aniversario de Kant en 1864― en traducción libre [1]:

"Los elementos del conocimiento solo adquieren forma sólida, cuando no se limitan a registrados en las impresiones de una persona o de un libro, sino cuando penetran en la conciencia del pueblo, como si penetraran en la conciencia de todos los individuos, volviéndose así una propiedad segura de todos. Sabemos por la vida en sociedad que, solo cuando un pueblo representa la imagen de una sociedad vivificada a partir de su libre asociación, siente la fuerza en su interior para renovarse y tomar el impulso para convertirse en una sociedad ilustrada." [2]

Este es el papel fundamental de la Sociedad Internacional de Amigos de Kant y Königsberg: la conservación del legado de Immanuel Kant y el empleo de su filosofía para la ilustración de la humanidad.

Así fue desde 1805, cuando el médico Dr. William Motherby fundó la Sociedad de Amigos de Kant un año después de la muerte de este para honrar al maestro y amigo y la saludable y fértil costumbre de sentar a la mesa a los tipos más variados de personas y conversar sobre la vida y el mundo, lo cual denota el carácter abierto y ecléctico de Kant, así como el de la propia Sociedad, refundada en la forma actual en 2011 y que, a día de hoy, cuenta con una mayoría de miembros alemanes ―incluidos los descendientes directos de los amigos fundadores de Kant― y rusos y se abre cada vez más al mundo. Existe la esperanza de que el mundo se abra también a las ideas necesarias de Kant.

Se realiza así el deseo de Rudolf Malter, que como "canciller de la Sociedad de amigos de Kant, otrora Königsberg en Prusia" escribió en agosto de 1991 una introducción a la colección de discursos sobre Kant en Königsberg entre 1804 y 1945:

"No sería una mala señal de entendimiento entre los pueblos si algún día se reuniesen para un "banquete de la judía" en el Königsberg de hoy amigos de Kant de muchas naciones en conmemoración del pensador de la paz, Immanuel Kant." [3]

Pues esto es lo que Kant, ante todo, representa: un pacificador por medio de la ilustración. Un comenzar desde sí mismo―superando un constante conflicto interior― a vivir en el mundo ―estableciendo procesos claros para la superación de posiciones conflictivas y para el establecimiento de la dignidad humana como un bien inalienable.

Me siento muy a gusto al llegar a la mesa de Kant, pues siento en el ambiente esa nobleza de espíritu que busca la humanidad que nos transciende como individuos y nos une a través de la personalidad, esto es, una idea de la humanidad en nosotros; resuena aquí el carácter sin par en relación con la virtud de quien se atrevió a pensar dentro de los límites de la razón, liberándonos de dogmas e ilusiones ―o al menos esclareciendo el camino para que cada cual emprenda este heroico viaje suyo. He aquí el motivo por el que acabé decidiéndome a investigar a Kant: el concepto de libertad, la definición de virtud, la idealidad del espacio y el tiempo y la seguridad de operar de forma muy precisa y garantizar la libertad y autocracia que tanto buscaba como ser humano y la claridad es la estructura que necesitaba como pensador e investigador en mi viaje en busca de respuestas. No me imaginaría que serían las cuatro preguntas de Kant la que serían mis guías: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me cabe esperar? Y ¿Qué es el ser humano?

Mi primer paso había sido un curso de posgrado sobre el amor en filosofía, donde comprendí el amor como un administrador de información que subyace en sus cuatro formas arquetípicas principales ― eros, ágape, philía y fati. El máster continuó con el tema sobre el amor propio en Kant. Ahora mi doctorado investiga la influencia del poema "Essay on man" de Alexander Pope en la filosofía kantiana, en especial en su concepción del ser humano y de la humanidad, tema central del intento de explicación que hace Kant y que pasa necesariamente por investigar el corazón y el Amor. Me dedico con ahínco a leer a Kant en el original, así como a traducirlo para hacer cada vez más accesible su sublime obra al gran público brasileño. Formo parte de esta manera de una nueva hornada de traductores que viene a ampliar el trabajo pionero y precursor de kantianos brasileños que allanaron el camino traduciendo las obras de mayor envergadura ―aunque todavía hay mucho aún para ser traducido y revisado.

Quiero aquí dejar constancia de mi profunda gratitud a mis profesores, Vera Bueno y Edgard José, kantianos en el pleno sentido de la palabra y que me mostraron el camino, conduciéndome con firmeza y sabiduría de la ignorancia inicial hasta lo que en este punto es ya digno de ser compartido. Al homenajear a mis dos maestros, extiendo mi homenaje a todos los filósofos y filósofas que antes de nuestra época actual se dedicaron a acercar el pensamiento de Kant al suelo brasileño. Ya en el siglo XIX, y concretamente en la segunda parte, se produjo una primera gran recepción de Kant a través del derecho, como reveló Miguel Reale ya en 1947 [4], en una revisión crítica sobre la visión de Clóvis Bevilaqua sobre "La doctrina de Kant en Brasil" [5] (1924), dando al kantismo un mayor protagonismo del que le diera este. La recepción inicial, fuertemente jurídica, orientada por la recepción de la Doctrina del Derecho y desgajada del resto de la obra ―o a lo sumo referida solo a la Critica de la razón pura― parece haber dado al kantismo brasileño un sesgo de rigor formal y un planteamiento más rígido que tal vez la obra de Kant en su totalidad nos invite a superar. También es de esta época el debate, en cualquier caso, equivocado sobre si Kant es monista, posición defendida por Tobias Barreto, o dualista, posición defendida por Lafayette Pereira. Como pretendo demostrar en mi tesis doctoral, Kant defiende una posición no dual. Me baso para ello en la concepción que tiene del ser humano heredada de Pope: el ser humano es al mismo tiempo homo noumenon y homo phaenomenon, es un numero idem[2]. Es pues el ser humano, como detalla en su Opus Postumum, quien une a Dios y al mundo en el universo. Dejaré para otra ocasión el resaltar el necesario refinamiento intelectual que hace posible estructurar el pensamiento desde estos postulados de la razón, al orientarse de tal forma en el pensamiento que se delimita la imposibilidad de conocimiento de estos dos márgenes, invisible y visible, de que consta nuestro ser.

Ciertamente estamos, como señala Joãosinho Beckenkamp, "en una nueva etapa de recepción de las ideas kantianas en Brasil. Tras un largo período de lecturas más o menos diletantes de esta o aquella obra de Kant, se hizo habitual, en la segunda mitad del siglo XX, la lectura académica más específica, técnicamente consistente y, en muchos casos, no sólo al tanto de las nuevas corrientes de la recepción kantiana en todo el mundo, sino incluso a la altura de las mismas. Esta segunda etapa se caracterizó por la concentración de la monografía en uno u otro tema de la vasta obra kantiana. Desde el cambio de milenio, la recepción de Kant en Brasil ya ha entrado en una fase de lecturas sistemáticas.

En este sentido, aprovecho para incidir de nuevo en otro punto de mi investigación que considero una aportación: la importancia del Amor y del corazón en la filosofía kantiana. Para Kant, el respeto y el amor son los sentimientos que acompañan a la ejecución de la acción moral. El amor es adoptar a través de sus máximas las máximas de los demás y, junto con las máximas del sentido común, ayuda a ampliar la conciencia. El corazón, por otra parte, afirma Kant en su libro La religión dentro de los límites de la mera razón, es donde la razón ha inscrito su ley, [6] es donde se produce la revolución moral, siendo gradual la reforma de los hábitos en la conciencia. Es descendiendo a las profundidades del corazón como se produce el autoconocimiento moral [7], como podemos leer en la Doctrina de la Virtud. Virtud alabada por Kant como honestidad interior. Esta alabanza que también merece la buena voluntad que está anidada en el buen corazón. El amor y el corazón tienen, por tanto, el mismo valor que el respeto y la conciencia; somos ese istmo, ese paso que une ―y por tanto supera― los extremos. Aquí reside la grandeza en la que descansa nuestra noble, sublime y virtuosa naturaleza.

Ojalá el ideal kantiano de la dignidad humana, basado en la perfección de nuestra libertad para considerarnos como fines, sirviera para la reconstrucción del pensamiento, de la nación y de la vida cotidiana brasileña. Ojalá aprendiéramos y aplicáramos la máxima de la coherencia, de que no puedo actuar en contra de mi ideal de vida, de mis principios; que aprendiéramos y aplicáramos la ley del respeto, según la cual todo ser humano es un fin en sí mismo y nunca un simple medio.

Ojalá aprendiéramos a pensar por nosotros mismos, lo cual, según Kant, pasa necesariamente por el intercambio de pensamientos entre distintos individuos siempre en conformidad con la razón.

Atrevámonos a convertirnos en una sociedad ilustrada. ¿Y qué es una sociedad ilustrada?

Es una sociedad madura, seria, que tiene responsabilidad, es decir, la capacidad de responder a los retos de su tiempo y de actuar teleológicamente con el objetivo de perfeccionar la especie humana y la vida en el planeta Tierra ―y no en beneficio propio, sea este individual o colectivo. Aceptar los límites de la razón y actuar conscientemente desde la ciencia, que es el conocimiento organizado, con vistas a la sabiduría, que es la vida organizada ―y cultivada en su perfección, es decir, en la plenitud de su destino. No corresponde tratar los principios con los que nos organizamos en libertad, y determinar a partir de ellos nuestro fin, haciendo honor así a nuestra dignidad humana.

Atrevámonos a ser humanos en plenitud. Atrevámonos a ser una humanidad ilustrada. Esto no depende de causas y condiciones externas, sino que está implícito en la libertad interior de cada uno y en la fuerza de nuestra voluntad de decir sí a la vida, con respeto y amor a la humanidad que hay en nosotros.

Un pueblo que acepta tan dócilmente los abusos de sus gobernantes es un pueblo todavía esclavizado a sus pasiones y a su ignorancia, un pueblo que aún está por emanciparse y hacerse responsable de sí mismo, sin ser rehén de la esperanza de un salvador o de un caudillo; un pueblo donde las subvenciones para vestuario reciben más financiación que las becas de investigación, las cuales sufren los primeros recortes, mientras se mantienen sin pudor prestaciones moralmente insostenibles.

Exceso de ego, por un lado, falta de autoestima, por otro; Casa-grande e senzala[3]. Parece que esto es exactamente lo que nos falta hoy en Brasil: el amor propio racional y el respeto al Todo, situando el ego dentro de los límites de la mera razón, como perspectiva de eternidad y acción de ese Todo. Es, con todo, una oportunidad única para hacer germinar la semilla de la verdadera moral en el fértil suelo brasileño. Pues, como afirma el presidente-fundador de la Sociedad Internacional de Amigos de Kant y Königsberg, Gerfried Horst: [los kantianos] hacemos de la necesidad virtud.

Por mi parte, y sabedor de mis limitaciones, no pretendo más que servir de puente entre estos dos polos del Kantismo, haciendo de interlocutor y traductor y contribuyendo, en definitiva, con la perspectiva de quien no tiene más patria que el planeta Tierra, ya que en Alemania soy brasileño y soy alemán en Brasil.

Ojalá pudiéramos forjar a través del respeto y el amor una identidad planetaria con lo mejor de toda la humanidad.

Entiendo que es realmente posible vivir en el mejor de los mundos posibles y que Kant, el faro de Königsberg, demarcó por dónde no se puede navegar en este océano de sufrimiento y dónde podemos ejercer la propia libertad dentro de los límites de la mera razón, no como esclavos de cualquier formalismo vacío ni de los excesos libertinos, sino como dueños y señores de nosotros mismos.

Seamos, por tanto, soberanos de nuestras intenciones, servidores de nuestros principios autoafirmados y coherentes con la libertad de nuestra voluntad: caminemos entre iguales.

Hagamos de esta necesidad que se agrava en el seno de nuestra sociedad planetaria desde el corazón de Brasil una oportunidad para ejercer en libertad las virtudes humanas del respeto y del amor, ambos sentimientos que acompañan a la acción moral: seamos conscientes de qué actitudes debemos negar de inmediato y cuáles troquelar a lo largo del tiempo afirmando la vida que queremos vivir en este pálido punto azul, un punto cualquiera en la inmensidad del universo, al cual llamamos nuestro hogar.

Sapere aude[4].

Ojalá todos puedan sacar provecho de estas reflexiones mías.

Es ist gut[5].

Klaus Denecke Rabello

Doctorando en Filosofía en la PUC-Rio

Miembro fundador del NUPEM PUC-Rio

 

[1] “Die Elemente der Erkenntnis hätten nur dann eine feste Gestalt gewinnen können, wenn sie nicht nur in den Vorträgen eines Einzelnen oder in einem Buche niedergelegt worden wären, sondern wenn sie das Volksbewusstsein, wie das Bewusstsein aller Einzelnen durchdrungen hätten und so ein sicheres Eigentum Aller geworden wären. Wir wissen aus dem bürgerlichen Leben, dass erst dann, wenn ein Volk durch das freie Vereinswesen das Bild einer beseelten Gesellschaft darstellt, es die Kraft in sich fühlt, sich in sich selbst zu erneuern und den grossen Aufschwung zu nehmen, der es zu einem aufgeklärten Volke macht.“

[2] Rudolf Malter (Ed.), „Denken wie uns aber als verpflichtet…“, en Königsberger Kant-Ansprachen 1804-1945, Erlangen, 1992, pág. 101

[3] Rudolf Malter (Ed.), „Denken wie uns aber als verpflichtet…“, en Königsberger Kant-Ansprachen 1804-1945, Erlangen, 1992, pág. 13

[4] El artículo sería publicado en 1952 en el libro homónimo “A doutrina de Kant no Brasil”

[5] Rev. da Academia Bras. de Letras, 1929, n. 93, págs. 5-14

[6] Religion, B116

[7] Tugendlehre, 441

 

Traducido del portugués al español por Miguel Oliva Rioboó (miguel.spanisch@gmail.com)

 

[1] [Nota del traductor] En alemán: es el momento.

[2] [Nota del traductor] En latín: idéntico en número.

[3] [Nota del traductor] El autor alude aquí a una popular obra de la literatura brasileña escrita por Gilberto Freyre en 1933, cuyo título ha adquirido un sentido proverbial en la lengua portuguesa de Brasil. La traducción más adecuada en este caso podría ser "Mansión y barraca de esclavos". Con ello el autor hace referencia a la ambivalencia que acaba de mencionar en la actitud del pueblo brasileño.

[4] [Nota del traductor] En latín: atrévete a saber.

[5] [Nota del traductor] En alemán: está bien.

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